Mercedes Albi sobre Entre dos orillas
La historia de Tatiana no pertenece al mundo de la fantasía, ella es así y lo ha sabido reflejar en las páginas de su extraordinario relato.
El libro autobiográfico de Tatiana Solovieva, recién publicado con prólogo de César Vidal, es una lectura enriquecedora y amena. Se lee con mucho placer ya que su vida está plagada de matices sorprendentes. Su autobiografía podría asemejarse a un cuento sobre una bella niña que nace en una ciudad de los Urales, Perm, y va encontrando su propio camino guiada por su propia sensibilidad e inteligencia hasta llegar a España, sin que nunca haya dejado de brillar e inundar a los demás con lo que ama: el arte.
Pero la historia de Tatiana no pertenece al mundo de la fantasía, ella es así y lo ha sabido reflejar en las páginas de su extraordinario relato.
Recopila la historia de sus antepasados con detalle ofreciendo un testimonio de primera mano de los avatares acontecidos en la Rusia del siglo XX desde el punto de vista de los que los vivieron. También es muy interesante como trata la crisis sufrida con la llegada de Gorvachov, en la que se derrumba el dorado mundo de su infancia. Entonces, la cultura deja de ser un fin en si mismo para convertirse en un modo de ganarse el sustento, un choque muy fuerte para una sociedad y unos artistas que dejan bruscamente de poder vivir de su arte. Tatiana se salva y los salva tratando de buscarles actuaciones y giras por España.
Tatiana, aunque no se da cuenta, porque todo lo narra de forma muy natural y sin pretensiones, es realmente una heroína. Si las circunstancias la van arrastrando, ella sabe dominarlas porque es una persona llena de recursos interiores. Luego, va configurando capítulo a capítulo unos temas interesantísimos estructurados con nombre propio, el de las compañías con las que ha trabajado y los artistas que ha conocido, que constituyen valiosas páginas sobre la historia de la danza y el ballet ruso: los cosacos, el Ballet Imperial Ruso y Maya Plisetskaya, el Joven Ballet de Ucrania, Yuri Petukhov y Leonid Yakobson, Geminidas Tarandá, Andrey Batalov, Igor Moiseyev…
Es más que interesante el capítulo que dedica al estilo coreográfico de Jakobson, donde traduce páginas inéditas en español, y sucede lo mismo el dedicado a Igor Moiseyev. También destacan las propias valoraciones y juicios de Tatiana en los capítulos finales, una de cuyas reflexiones dice así: “Los acontecimientos marcan a todos, pero la gente siempre se divide en los que abren nuevos caminos, los que mantienen lo existente y los que se dedican a destruir” (pág. 494)
Pocas personas he encontrado en mi camino tan auténticas y valerosas como Tatiana, pero al leer esta obra confieso que incluso me he sentido abrumada al ser consciente de la enorme cantidad de cosas que ha logrado llevar a cabo esta mujer hecha a sí misma, que partió desde cero. Y es que es un verdadero deleite el que no se haya querido quedar quieta ni durante el tiempo del confinamiento, que ha aprovechado brillantemente para escribir su libro.
“Entre dos orillas” excede los límites de la autobiografía, para convertirse en ocasiones en un libro sobre historia, en un tratado sociológico sobre las diferentes perspectivas y también afinidades entre Rusia y España, en un modo de transmitir valiosos conocimientos sobre el arte coreográfico y el folklore ruso…
Y es que leyendo a Tatiana siempre se aprende. Ella es un tesoro y por eso, lo que escribe también lo es.
Mercedes Albi
Albidanza.com